Espiral del silencio

En este artículo vamos a hablar sobre la teoría de “la espiral del silencio” desarrollada por Elisabeth Noelle-Neumann en el año 1977. A través de su libro “la espiral del silencio” desarrolla el estudio de la opinión pública en conjunción del control social indirecto.

La teoría de la espiral del silencio estudia como los individuos adoptan sus comportamientos y actitudes a aquellas que son predominantes en la sociedad, en referencia a lo que es aceptable y lo que no por parte de esta.

Por tanto, nos encontramos ante un condicionamiento de tipo pavloviano si se puede atribuir, donde aquellas conductas reforzadas por la mayoría se ven a su vez maximizadas, mientras que aquellas voces discordantes dentro de la sociedad se ven reforzadas de forma negativa y destinadas al exilio.

El comportamiento está condicionado por la percepción que se tiene del clima de la opinión dominante.

La tendencia de la espiral es enmudecer a aquellos que prestan o tienen posiciones diferentes a la mayoría. Sin embargo, hay un punto donde la espiral se detiene de forma abrupta. Este momento se presenta cuando la espiral llega al núcleo, a aquellos individuos que se reafirman en sus posiciones e ideas, a pesar de ser conscientes de que son una minoría, y de las consecuencias que la mayoría pueda tener sobre ellos.

La espiral del silencio está basada en el miedo al aislamiento social, y al manifestar sus opiniones, los individuos primero tratan de identificar cuál son aquellas aceptadas por la mayoría y luego subirse al carro, aun a costa de traicionar aquello en lo que creen, sus ideas e ideales.

Esta teoría se puede ver de forma clara en los experimentos de Stanley Milgram y Solomon Asch, donde se analizaron los distintos tipos de influencia social, en estos casos la influencia de la autoridad y de la mayoría.

Stanley Milgram y el experimento de la descarga eléctrica
Modelo del experimento de Solomon Asch

Se encontró que la voluntad de los sujetos se ve en gran medida alterada o delegada en función de los demás, llegando a “infligir” dolor a otra persona hasta puntos extremos, aun no siendo esta su voluntad y sintiéndose incómodos y tensos. La preocupación de Milgram surgió desde los acontecimientos del III Reich, y de como personas aparentemente normales habían cometido las peores atrocidades imaginables.

Para Asch el objeto de estudio era como la presión social nos afecta, y hasta qué punto puede hacer que adaptemos nuestra opinión hasta los demás, reduciéndolo al absurdo.

Para la psicología y sociología ha sido, y lo sigue siendo, de gran importancia entender la forma en la cual se puede influir en la voluntad de las personas, manipularlas, y qué mecanismos tenemos para defendernos de estos.

Sin duda, uno de ellos es la claridad de ideas y principios, pues cuando un individuo conoce con certeza las ideas que propugna, los límites morales a los cuales se adhiere con fervor, y sabe reconocer a qué se está enfrentando, es muy difícil que esta persona sucumba a la presión social. Por supuesto, hablamos de situaciones cotidianas, no de casos extremos, ya que estos se analizan desde otra perspectiva y dan lugar a otro tipo de conclusiones.

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