La comodidad como enemiga del progreso: una crítica al funcionariado en España

Vivimos en un país donde la gente aspira a la comodidad como bien mayor, en lugar de valorar las virtudes del esfuerzo, el aprendizaje y el desarrollo autónomo.

La gente desea la vida fácil de funcionario, donde tienen su puesto asegurado en la administración pública, pero donde no se valora el rendimiento, sino simplemente estar sentado en una silla.

¿Cuántos de estos funcionarios tendrían éxito en el sector privado? Pues se encontrarían con unas exigencias en cuanto a precisión y rapidez en su trabajo.

La administración pública mata la creatividad y el esfuerzo.

Desde un punto de vista antropológico, es entendible que la gente busque la comodidad y la seguridad en la vida, pero ¿qué sacrificios se deben hacer para lograr esto? ¿Cuántos genios se han perdido en pos de la comodidad?

Desde la zona de confort, es poco probable que nos aventuremos hacia lo desconocido, ya que no sentimos la necesidad. Y esto es precisamente lo que fomenta el funcionariado.

A medida que el círculo de la comodidad se amplía, el ambiente nos induce a quedarnos donde estamos en lugar de innovar.

Atención, pues las palabras han sido elegidas con esmero. Hemos usado «ambiente» porque esto es lo que fomenta la mentalidad de los funcionarios. Las personas verdaderamente capaces, con ganas de innovar, seguirán haciéndolo, pero su motivación será principalmente intrínseca, ya que no recibirán ninguna recompensa externa.

Es triste que la principal motivación para ser funcionario sea «un buen sueldo» y vacaciones, así como tener un trabajo asegurado durante décadas. 

¿Suena bien? Sí.

Es sabido que en nuestro país existe una burocracia excesiva, en gran parte debido al gran número de funcionarios, muchos de los cuales son innecesarios e ineficientes.

Cuando un trabajo no requiere ningún tipo de rendimiento ni productividad, ni siquiera recompensa, ¿cuál es el incentivo para un funcionario para llenar un informe, cuando podría llenar cinco y recibir la misma recompensa?

Por lo tanto, para llenar los otros cinco informes que esa persona no ha hecho, tenemos dos opciones: o contratamos a otro funcionario o el tiempo total para completar los informes se dilata enormemente.

Y ahora estamos en un tren sin frenos. El tejido funcionarial de este país es enorme, y nadie puede recortarlo, porque aquellos que deberían hacerlo son parte del sistema y no podrían llegar al poder sin el voto de estos funcionarios.

El problema es similar al de las pensiones.

En conclusión, es importante defender los estatutos privados y el sistema justo y meritocrático, donde se fomente el aprendizaje y la innovación. De lo contrario, corremos el riesgo de estancamiento, mediocridad y falta de progreso.

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