Con mi recién estrenada pluma escribo estas líneas, líneas de felicidad.
Todos los grandes filósofos, poetas y escritores fueron dotados en su día de una herramienta similar, o eso me gusta pensar.
Ahora, en un revés del destino, lo he sido yo.
Un ser que parte de la oscuridad, de la ignorancia, con poco más que aportar al mundo que mi humilde talento, si es que se puede considerar así, y mi sabiduría, si es que alguna vez la logro vislumbrar.
En fin, con esta pluma escribo.
Aunque no conozco la deriva final de ello.
Pero hay algo dentro de mi que me impulsa a escribir.
Me hace sentir vivo por lo que ello representa.
Grandes pensadores enfrascados en sus escritos, en sus bibliotecas o estudios.
Durante milenios dando luz a este mundo, a través de la palabra.
Y ahora es mi turno.
Haré correr ríos de tinta.
Que la tinta sea imperecedera, y me suceda en esta experiencia llamada vida.