La pérdida de voluntad e identidad personal, delegando estas a otro individuo.
Ello radica en la pérdida, en parte de esencia, voluntad intrínseca, doblegada ante una externa voluntad.
Aceptación de la propia destrucción, corrupto.
Cómplice del abatimiento del yo frente a ello, victoria del mundo frente al propio paraíso.
Terminaciones nerviosas atrofiadas, pues pasamos a sentir a través de la piel del otro, ver en sus ojos, pensar como ellos.
El fénix que antaño renació, parece no renacer de sus cenizas, pues ni tan solo eso parece quedar ya.
Desesperanza, abrumador abandono.
El ser como una absorción de otros, un Frankestein mental.
Cada vez, las ideas propias parecen desvanecerse, relegadas a este, el plano de la introspección, al ámbito oculto, siendo vilipendiado cualquier atisbo de ellos por el otro.
Intolerante, incapaz de aceptar y tolerar, destruye todo aquello que no es de su agrado.
Las murallas estaban agrietadas, los defensores exhaustos y tras un largo asedio, sus gentes, abatidas, se rinden ante el invasor.
Anhedonia momentánea, todo es lo mismo.
La estabilidad se transforma en el único reposo
La ausencia de estímulos, en placer.
La absoluta tranquilidad en el mejor momento, ansiado.
No tengo apenas fuerzas para seguir. Cualquier bache en el camino puede ser mi final, aunque, agotado los intento esquivar, sin éxito aparente.
El individuo, perdido en el abismo, languideciendo en el, sin esperanza.
Todo lo que queda, un mísero remanente de lo que otrora fue, dejando ahora de ser.