El Egoísmo

El egoísmo se descompone como palabra en ego – ismo. La parte importante es la primera. 

El ego es definido como la valoración excesiva de uno mismo. No puedo estar en más desacuerdo con tal significado.

 

El ego es nuestro ángel de la guarda. Nos cuida del mundo, nos ayuda a valorarnos.

 

Por tanto el egoísmo es la anteposición de nuestro yo frente a los demás.

Recurriendo a la teoría genética de Richard Dawkins, nosotros mismos somos los únicos portadores del 100% de nuestra carga genética, así como lo es para hermanos, padres o hijos un 50%. 

 

Por tanto tiene sentido desde la teoría biológica la anteposición de nosotros mismos. Pero estos conceptos se empiezan a entremezclar con la teoría egoísta.

El yo, el egoismo

Desde un punto de vista moral, ¿cómo puedo ayudarte desde un estado deficiente?

Para explicar esta frase pondré un símil con la depresión. ¿Como puedo ayudar alguien que padece depresión a otro que también lo padece? 

Carece de todo sentido lógico, si conocemos los efectos de la depresión y sus consecuencias mentales, su decaimiento de la moral y su paradigma pesimista.

 

En primera instancia, se debe alcanzar la plenitud en todos los sentidos, o al menos en aquellos en los que se pretende enseñar, transmitir, o ayudar para poder hacerlo desde un estado óptimo de conocimiento y no a la inversa. 

 

Es por tanto lógico pensar que primero, para ayudar a otras personas debemos ayudarnos a nosotros. 

 

Ahora vamos a exponer la otra cara de la moneda. Hasta ahora he hablado del egoísmo sano, pero el egoísmo tiene su lado oscuro.

 

Un ego fuera de control, nos hace discutir sin razón aparente, aferrados a una idea, orientando el sentido del debate hacia la victoria, en lugar de hacia el crecimiento, aprendizaje y concordia.

 

En otras ocasiones, con falta de conciencia decimos que “necesitamos algo” (un coche, un móvil o una casa). Pero me pregunto, ¿se adecua exactamente a las necesidades?

 

Si la respuesta no es un “si” rotundo, es el ego el que lo necesita. Y no pasa nada. Esta bien querer, pero no lo enmascaremos. Es el ego, no tú.

 

Tu ego quiere mostrarte el mundo. Quién eres, cómo eres o de qué pasta estás hecho. Pero es solo tu ego.

 

Por tanto, el ego tiene una función biológica. Para el individuo trabajado emocionalmente resulta una herramienta potenciadora.

Sin embargo, para aquellos que no lo cuidan, el ego toma el centro, dando pie a decisiones que no van de la mano con nuestros intereses reales. 

El ego no se trata de anteponer tus necesidades a la de los demas a toda costa, sino a priorizar tus necesidades, sin pasar por encima de los demás, para poder ayudar o transmitir desde una posicion de plenitud, en lugar del vacío del desconocimiento.

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