Erotismo en la sociedad actual desde la perspectiva de Byung Chul Han

Barthes expone dos elementos de la fotografía. El primero de ellos es el studium. Este elemento trata del “like”, de la rápida apreciación con una transición a la nada, vaga e irresponsable.

El segundo elemento es el punctum. Esta figura interrumpe al studium. Es descrito como algo que sale de la escena directo al espectador como una flecha. Es el punto de máxima intensidad y condensación.

Byung Chul Han relaciona ambos conceptos con el erotismo y la pornografía.

La pornografía se define como aquello que está presente y se exhibe, no seduce. Es explícito, sin secretos, sin imaginación.

En cambio, lo erótico implica cierto grado de misterio, donde se oculta una parte de la información, lo cual nos seduce, nos llama como sirenas.

En nuestra sociedad se desdibuja cada vez más lo erótico, dando paso a lo pornográfico.

No queremos pensar, imaginar. Ya no queremos revelar lo oculto. Nos produce hastío, cansancio.

La pornografía se liga al studium, aquel elemento superfluo, sin trascendencia, que desaparece al momento de consumir.

Consumir.

Esa es la expresión correcta. La sociedad busca consumir, incansable monstruo que devora todos los productos que se le ofrecen.

No busca su disfrute, sino su atesoramiento para su posterior exhibición como trofeos.

Exhibición pornográfica, pues dichos elementos no cuentan con trasfondo que les otorgue significatividad, consciencia, responsabilidad.

En cambio, lo erótico, aquello que nos resulta sensual a los sentidos, que nos oculta aquello que no debe ser mostrado.

Lo erótico es aquello que nos resulta trascendente, que trasciende los sentidos y llega a nuestra cognición, donde paramos y nos deleitamos con ello.

Los productos de consumo se reproducen de mil y una formas.

¿Cómo se contraponen los libros a las series y películas?

El contenido multimedia, aquel que nos es dado en todo su esplendor.

Nos consigue estimular a través del sentido de la vista y del oído, dejando poco o nulo espacio a la propia interpretación.

Así, las series y películas se congregan en torno al studium, donde no transcriben la apreciación momentánea.

De otro modo experimentamos los libros, pues ellos nos transmiten tan solo letras, de las que nosotros mismos representamos su contenido, imaginando a los personajes, lugares, colores o ambientación.

Dejan a nuestro albedrío la libre interpretación de su contenido, dejando a nuestro criterio imaginar aquello que deseamos, definiendose como el punctum.

Dejando en nosotros un profundo calado, pues nos sentimos partícipes de la obra representada, siendo nosotros quienes nos encargamos de mostrarlo a su verdadero público, nosotros mismos.

Los libros, sensuales y eróticos, ocultan su magia entre sus líneas, llenos de vacíos oscuros a la espera de ser llenados.

En cambio, las películas y series nos ocultan los vacíos, rellenándolos con torrentes de información que debemos digerir como espectadores.

De esta forma, las películas y las series nos tratan como meros espectadores, receptores de la obra. Sin embargo, los libros tan solo son el guionista, otorgándonos el papel de director de la magia.

La sociedad evoluciona hacia el studium, relegando el punctum. Debemos tomar conciencia como individuos, negándonos a la superficialidad, al contenido vacuo, o ¿debemos simplemente dejarnos llevar por las corrientes del destino?

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