La salud del futuro: cambio de paradigma

La medicina reactiva frente a la proactiva.

Nuestra sociedad, y de forma más acentuada en los últimos tiempos, impera la reactividad frente a los eventos que vivimos.

Es decir, solo nos preocupamos de cómo poder solucionar el problema cuando este ocurre.

¿Cómo soluciono el problema? Esta es la gran pregunta. Solo nos preocupa una vez que miramos al abismo, y este nos devuelve la mirada.

Este problema lo podemos analizar desde muchos puntos de vista, sin embargo, nos vamos a centrar en el paradigma biomédico.

Observa a tu alrededor y analiza el comportamiento de nuestros semejantes. ¿Cuándo se preocupan por su salud?

Esta pregunta, a mi parecer y de forma triste, es muy clara. Y es que lo que encontramos de forma indiscutiblemente predominante es que la gente solo se preocupa por su salud una vez que aparece el problema o le ataca una dolencia.

Sin embargo, no quiero hacer responsables en su totalidad a nuestros semejantes, pues el sistema se encuentra, desde su formación, enfocado en atender la reactividad.

Y esto resulta en problemas, pues muchas de las dolencias que aquejan a nuestras sociedades son fácilmente evitables mediante la prevención, si fuéramos capaces de ver a medio y largo plazo, en lugar de dejarnos cegar por el cortoplacismo imperante.

La medicina proactiva

La medicina proactiva engloba la totalidad de las disciplinas involucradas en lo denominado buena salud. Desde la psicología, pasando por supuesto por la medicina en sus múltiples ramas, el ejercicio físico o la nutrición, entre otros.

Mi pregunta es, ¿qué pasaría si cambiáramos el paradigma? ¿Si se instaurara un paradigma proactivo, centrados en la prevención de aquellas enfermedades con mayor prevalencia, y luego adaptándonos a nuestros casos especiales mediante el estudio genético, donde podemos conocer nuestra predisposición a ciertas enfermedades y actuar antes de que estas aparezcan, disminuyendo así la posibilidad de ocurrencia?

Tal como ha dictaminado la ciencia, aquellas personas con mayor movimiento y ejercicio físico, y dietas más sanas, reducen sus visitas al médico de forma significativa.

En este punto es necesario hacer hincapié en aquella disciplina que me es más relevante, dada mi formación psicológica.

Y es que en los últimos tiempos encontramos una prevalencia mucho mayor que anteriormente en enfermedades como la depresión, la ansiedad o el estrés, debido a que no somos capaces de adaptarnos correctamente a los nuevos estímulos, es decir, no se nos enseña gestión emocional, gestión de conflictos, o gestión de situaciones difíciles, entre otros.

Ya lo dicen grandes psicólogos, como Walter Riso, el cual indica que más de la mitad de consultas son referentes al amor, rupturas o temas relacionados.

De esta forma, empezamos a entender que la felicidad y la salud no dependen únicamente de no tener dolencias físicas o dolor, sino que inequívocamente pasa por no tenerlas también a nivel mental.

Y créeme, las dolencias mentales pueden superar a las físicas en ocasiones.

Enfermedad mental

A pesar de la dificultad para empatizar con las enfermedades mentales, de las cuales no se habla de la misma forma, también son más difíciles de ver y de entender para aquellos que no las hemos sufrido.

Son enfermedades silenciosas, pues físicamente y a simple vista, no apreciamos ninguna dolencia, rotura o deformación y, en consecuencia, nos es más difícil apreciar dichas enfermedades.

Sin embargo, igual que una buena nutrición, ejercicio físico, movimiento y otras medidas de salud, la salud mental es uno de los pilares fundamentales.

Cuando falla alguno de los pilares, nos es imposible estar sanos, al menos en la plenitud de la palabra.

Es posible alcanzar el cenit de la felicidad, a pesar de que alguna de las patas falle, pero sin embargo constituye un hándicap para ello.

A modo de conclusión, es mi intención plantearte a ti, querido lector, la pregunta de si no deberíamos aplicar un paradigma proactivo frente al reactivo en la vida en general, pero en este caso particular, en cuanto a nuestra salud física y mental.

Nuestra actitud frente a los problemas, y frente a nuestra vida es fundamental, y como bien dice el refrán, la mejor defensa es un buen ataque.

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